domingo, 17 de junio de 2012

Made in Japón

Escondida en Zona Norte, la Casa de Japón tiene una colección de arte única en el mundo. 

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia @gonzalo_xss | Ph. Ezequiel Sambresqui


Desde la vereda se nota que esa construcción no es autóctona: a simple vista la Casa de Japón impacta. Cuando se traspasa la puerta que la separa de la calle se percibe algo distinto, en sus jardines se respira otro aire y el barullo de los autos desaparece. Sin caer en clichés, el lugar apela a la simpleza como máxima decorativa, respeta todos los principios de la cultura oriental y en su interior esconde una colección de arte y artesanía japonesa moderna única, de la que cualquier museo del mundo puede sentir envidia. En los exhibidores sólo se expone el diez por ciento de las obras y el resto va rotando. Son tres pisos que invitan a sumergirse en una cultura distante, encriptada y apasionante.

Guillermo y Patricia Bierregaard son sus custodios: la Casa es su inversión y fue creada para ser compartida. Él gesticula entusiasmado y abre los ojos cuando explica durante las visitas guiadas, también escucha y responde. Sus comentarios, que incluyen la técnica utilizada por cada uno de los artistas y en qué se inspiraron, le agregan valor a cada pieza de bambú, cerámica, porcelana, madera o hierro. Hay de todo tipo, tamaño y color. 

Tenían 26 años, una vida cómoda y estaban a punto de casarse cuando, en 1973, una oferta laboral los llevó a Japón, en principio, por un par de años. La idea de empaparse con una cultura diferente los sedujo y decidieron aventurarse al lejano Oriente. “Nos iba muy bien, pero nos pareció una experiencia única. Conocer otros países, asimilar todo lo que se pueda y compartir con gente diferente”, cuenta Guillermo. 

La estadía se estiró. Cambiaron de trabajo varias veces, y aunque la idea de volver siempre estaba presente, el tiempo corría y ellos seguían en su aventura oriental. “Sabíamos que iba a ser raro. Cuando te vas al extranjero todo es muy lindo, pero los años pasan volando y uno no mide las consecuencias. Irse a la aventura es una cosa, pero vivirla es otra: estuvimos 32 años. Había mucho trabajo y todo era muy interesante. Nos preocupamos cuando empezó a transcurrir el sexto año y daba para seguir, entonces decidimos quedarnos indefinidamente”, recuerda.

 Una vez arraigados, la preocupación mutó: si iban a vivir 30 o 40 años en Japón, cuando volvieran querían traerse algo, encontrar la manera de poder compartir su experiencia para que no se pierda en una anécdota o en una charla de café. Un día, cuando Guillermo hablaba con un anticuario para adquirir unos biombos de 300 años de antigüedad, el hombre le dijo que por el mismo precio podían comprarse una casa de campo.
La fueron a ver, estaba a 600 kilómetros de Tokio y muy venida a menos, casi abandonada. “Era una desastre, pero con un poco de imaginación se podía ver cómo iba a quedar. Con este espacio podíamos desarrollar algo dentro de una arquitectura original japonesa. Pero ¿cómo llenarlo? Ahí nos dimos cuenta de que podía ser un museo”.

Aunque suene increíble y Guillermo relate todo con asombrosa naturalidad, como si comprar una casa en Japón, desarmarla, traerla en barco a la Argentina y pasarse 22 años reconstruyéndola hasta que quede impecable fuera algo común, decidieron convertirla en un museo de arte moderno. ¿Cómo juntar la colección? ¿Cómo elegir y contactar a los artistas? Para traerse una porción de la cultura japonesa debían insertarse en un mundo desconocido para ellos. “Íbamos a tres exposiciones por día. Hablamos con museos, galerías, ferias, curadores, críticos y universidades. Llegamos a la conclusión de que la artesanía artística era un fuerte muy especial. Fue prácticamente un estudio universitario, pero no con libros, sino con las piernas, por lo que recorrimos”, se ríe Guillermo.

La Casa de Japón (Capitán Juan de San Martín 1596, Boulogne Sur Mer, San Isidro) fue inaugurada en 2006, un año después de que Guillermo y Patricia volvieron definitivamente al país. La obra completa –reconstrucción y colección- tardó aproximadamente 25 años en estar lista. Hoy pueden disfrutar orgullosos de la experiencia que los obsesionó y de la que son administradores, guardianes y guías. “Es la única colección así fuera de Japón. Nunca pensamos en qué iba a terminar, el proyecto se fue desarrollando y queremos que sea una referencia, que sirva como apoyo para poder disparar hacia otro lado”.

RESERVAS:
4737-9293
minka_en@yahoo.com.ar

















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