jueves, 17 de mayo de 2012

El derecho a ser un monster

Marlene Wayar es la directora de El Teje, la primera revista travesti de Latinoamérica, un título trascendental y denso que hace justicia al trabajo que viene haciendo desde el 2007: escribir, por primera vez, la historia de la comunidad travesti.

Txt. Lucía Levy - @lululevy | Ph. Ezequiel Sambresqui | Loc. Centro Cultural Ricardo Rojas




"Reivindico mi derecho a ser monstruo”, reza la remera marrón con una estrella amarilla que Marlene eligió ponerse. La frase no es liviana ni superficial, es toda una declaración de principios y es un fiel reflejo de lo que es. Antes de quedar inmortalizada en su remera, Marlene la pronunció cuando sus compañeras discutían por un título que las identificara: “ser trava es tal cosa, ser transes tal otra”. Ella elegía no ser nada de eso, reclamaba ser un “monster”. “Una cosa es que te categoricen los de afuera, pero no está bueno que entre nosotras nos dividamos”, dispara.


Es alta, altísima, con piernas eternas. “Con esas gambas tenés que llamarte Marlene”, le aconsejaron unas amigas -“por la Dietrich”, aclara- y la convencieron. Su historia personal es la excepción a la triste regla: durante su proceso de transformación, su familia, la escuela y el barrio la abrazaron con amor, la contuvieron y la respetaron. “Cuando era chica me di cuenta que mi cuerpo era igual al de mi amigo varón pero siempre jugaba con roles femeninos. Por suerte, no me freakeó darme cuenta, porque era muy querida en mi familia”, recuerda. Sin embargo, cuando empezó a curtir la calle y vivió la realidad que les era impuesta a sus compañeras trans, se dio cuenta que no todo era color de rosa: “Cualquiera te llevaba de los pelos a la comisaría sólo por ser marica, cualquiera venía y usaba tu cuerpo como se les daba la gana, y te hacían creer que no había un futuro posible fuera de la prostitución”. Pero no se quedó quieta, no permitió que nadie le dijera cómo tenía que ser su vida: el trabajo que Marlene está haciendo con El Teje ayuda a construir un mañana diferente, más inclusivo y menos cruel. 

Desde el 2007 Marlene trabaja codo a codo con el Centro Cultural Ricardo Rojas en un curso semestral promovido por las áreas de Comunicación y de Tecnologías de Género. El Teje es el producto tangible que nace del taller de crónica periodística que tiene como objetivo la capacitación de personas transgenéricas, en especial, aquellas en situación de prostitución. El propósito es claro y pretende remendar injusticias establecidas: la inclusión social y el respeto por la identidad de la comunidad trans. “Vivimos en una sociedad en la cual lo único legítimo y aceptable es ser hombre o mujer, entonces, en ese entorno, sentís la necesidad de acomodar tu cuerpo, porque pensás y sentís como una mujer. Todas pensamos alguna vez que éramos el bicho raro”. 

Marlene es la directora de la primera revista travesti de Latinoamérica, y ser el primero en algo siempre es heavy, porque conlleva romper con lo establecido, fabricar una nueva realidad y construir algo que no existía. “El Teje nos da la posibilidad de escribir por primera vez nuestra historia. Siempre se dijo y se habló de nosotras, nunca tuvimos el derecho de hacerlo por nuestra cuenta, hasta ahora”, reflexiona. La revista es grande, hecha de buen papel y con colores fuertes, como para que no pase desapercibida: si fueron invisibilizadas y tratadas como ciudadanas de segunda, que al menos la revista que escribe su historia no lo sea.

El Teje es semestral, gratis, y hasta ahora lleva publicados ocho números. Si bien la revista está disponible en el Rojas, Marlene reconoce que el punto más débil es el de la distribución. Aunque no todas las chicas que escriben en la revista creen que tienen algo importante para decir, se ayudan mutuamente a recuperar el amor y respeto propio, y mientras tanto, forman parte del primer relato que construye su identidad. “El proyecto busca demostrar que tenemos capacidad, que si ponemos esfuerzo y democratizamos la educación sin marginalizar ni segregar, todos y todas podemos hacer algo provechoso por la sociedad”. 

Marlene habla y mastica cada palabra para que pese, cada frase que dice la conmueve, se la nota al borde del llanto en varios momentos, pero especialmente cuando reflexiona sobre el presente y lo compara con el pasado. Confiesa que aún está ofendida con una parte de esta sociedad, pero cuando ve los profundos cambios culturales que se están dando, le dan ganas de volver a cantar el himno: “Antes no me sentía argentina porque era el cana argentino el que me detenía por ser marica, era el médico argentino el que se burlaba cuando una de nosotras iba al hospital toda golpeada, era argentino el juez que no me protegía”. 

Así, de a poco, como hormigas, Marlene y sus compañeras, van descubriendo sus voces, esas que tantas veces le dijeron que no podían alzar. “No sabemos bien lo que es ser trans, pero con El Teje nos proponemos construirlo entre todas y todos. Veamos cómo va saliendo”, se despide.





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